sábado, 20 de marzo de 2010

¿Y TU CÓMO FESTEJAS EL BICENTENARIO?

Una de las interrogantes con respecto a los festejos que muchas instituciones públicas y privadas de nuestro país han comenzado a organizar con motivo del bicentenario y centenario de la Independencia y de la Revolución, es la referida a cómo perciben, qué significan, qué valor le dan los jóvenes de México hoy a estas efemérides, a sus personajes.
Qué tanto les dicen a estas nuevas generaciones los nombres y las ideas de libertad e independencia que dirigieron Hidalgo, Morelos, Allende, Aldama, la Corregidora, así como la lucha por la democracia que encabezó Madero, la justicia social que Zapata y Villa persiguieron. ¿Qué significa la Independencia de México hoy? ¿Qué fue –o qué es– la Revolución mexicana para los jóvenes? Pero es importante primero determinar si es que saben quiénes son ellos o de qué o de quiénes nos independizamos y de qué Revolución hablamos.
Porque hay ocasiones que en secciones presentadas por la televisión comercial y algunos de sus programas de concurso se les pregunta a la gente sobre el significado de alguna de las fechas históricas, y resulta muy decepcionante el nivel de conocimientos históricos por parte de la mayoría.
También sabemos que año con año en las escuelas primarias y secundarias de todo el país se repiten las enseñanzas de esos capítulos de la historia. En los libros de texto gratuito encontramos referencias, que en comparación con las que había en años anteriores, aunque en apariencia iguales, en realidad son menos retóricas y con una mayor objetividad, menos heroicas y por lo tanto buscan desmitificar la llamada Historia de Bronce; pero eso no es justificación ni mucho menos ya que nunca nos dirán cómo fue realmente la historia.
Pero, ¿cuál es el sentido de lo nacional hoy en día para las generaciones entre los doce y treinta años? ¿Qué significa para ellos lo mexicano, cuáles son sus signos de identidad, de pertenencia? Si la existencia de las más diversas formas de convivencia entre cierto espíritu nacionalista que han adoptado las generaciones y otras nuevas formas a primera vista parecen ajenas pero que probablemente nos hablan de nuevas formas de ser y expresar lo mexicano, abundan en la actualidad.
Con esto se ve que la manera de vivir en libertad va cambiando históricamente, y es ahí donde radica: la libertad de Hidalgo y Morelos, el laicismo de Juárez, la democracia de Madero, el valor de la ley de Carranza, la justicia social de Zapata y Villa; entonces, ¿son los mismos en que creen los jóvenes de hoy? ¿O si no, cuáles son sus equivalentes?
En realidad no podemos decir que los hechos que estamos a punto de conmemorar, la Independencia y la Revolución, tuvieron liderazgos juveniles, pero en ambos proyectos había proyectos al futuro y un deseo de cambio, de ruptura.
Pero la pregunta es en relación con los festejos, si estos servirán sólo para organizar un “reventón” enorme de un año en las plazas públicas con espectáculos, desfiles obligatorios con discursos interminables, o si realmente podrán servir para abrir paso a la reflexión sobre lo que somos y lo que queremos, que salga de los espacios académicos que, como siempre, estarán a la vanguardia de lo que la sociedad piensa y crea, pero alejados de ella. O si servirán para saber si realmente ahora los jóvenes son menos mexicanos que sus padres o abuelos, si son más inconscientes y no les importa tanto el pasado pues viven mucho más preocupados por el futuro, unos porque viven en la inmediatez económica y otros porque sus ambiciones no les permiten darse tiempo para la reflexión que no será posible si se sigue pensando en la repetición de las mismas formas que dieron un lugar en la historia a este tipo de celebraciones. Se necesita un toque humano a nuestra historia donde los personajes dejen de ser de bronce y de piedra para convertirse en nuestros semejantes, que solamente se distingan por saber enfrentar el momento histórico que les toca y por saber estar a la altura de las circunstancias y sin la necesidad de monumentos ni recordatorios.
El Bicentenario es y debe ser un festejo al día, puesto que quienes hacemos la historia somos cada uno de los mexicanos quienes en la cotidianidad vivimos, sentimos y saboreamos la realidad mexicana y, no necesitamos que alguien nos lo cuente a su manera porque lo padecemos o lo gozamos a cada momento, en cada actividad y con cada persona que está a nuestro lado. Entonces, no solo se festeja un bicentenario ni centenario sino el nacimiento de una nueva generación de mexicanos. Por tanto, hagamos de esta fecha el inicio de un ciclo nuevo y distinto; mejor que los anteriores, somos jóvenes y está en nosotros la verdadera revolución mexicana es decir, el cambio; ya sea en la escuela, la familia, con los amigos, el trabajo y sobre todo para con nuestra forma de ser y de actuar como mexicanos que, no somos flojos ni huarachudos como lo han pintado en un sinfín de discursos, demostremos que ser mexicanos va más allá de vivir en este país y de gritar ¡Viva México!.

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